POLÍTICAS DE BABEL

Un año clave para Galicia

José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

LAS ELECCIONES GALLEGAS serán un buen termómetro para calibrar la reacción de los ciudadanos ante los controvertidos pactos del Gobierno central. Y es que la proposición de Ley de amnistía, los nuevos acuerdos fiscales, las quitas de deuda y el traspaso de competencias a ciertas comunidades, y otras contradicciones como el cambio de criterio con respecto a Puigdemont, o la aprobación del mediador salvadoreño, podrían toparse con el rechazo de los españoles en las europeas de junio, o con el de los gallegos el 18 de febrero.

Ninguno de los líderes gallegos lo tendrá fácil. Alfonso Rueda es visto como un digno sucesor de Feijóo; pero habrá de demostrar que puede garantizar la estabilidad social y política que tanto se aprecia en el noroeste peninsular; y que protegerá ese nacionalismo idiosincrásico que, alejado del histrionismo, el expresidente supo realzar sin renunciar a la defensa de las raíces, la lengua o la cultura gallegas. También deberá seguir haciendo oír su voz ante el Ejecutivo central, tanto a la hora de reivindicar los derechos de Galicia, como de denunciar un trato que los datos de financiación e inversión evidencian como discriminatorio.

La tarea de Gómez Besteiro resulta todavía más ardua; sobre todo desde su pertenencia a un PSOE que, para muchos, aparenta haber perdido la mesura y el centrismo que lo distinguía frente a otras izquierdas más radicales. José Ramón apela al “sentido común de los gallegos” y, aludiendo a Rueda y a Feijóo, y jugando con la célebre frase de Manuel Fraga, afirma que en Galicia no caben “tutelas y tutíos”. Pero ahí puede estar su problema. Hacerse eco de expresiones asociadas a la oposición no parece original. Y hasta resulta peligroso por el modo en que sus colegas han asumido dócilmente los cambios de criterio y los pactos ocultos de su líder nacional, que acarrean un trato desigual entre comunidades y un sometimiento a los independentistas vascos y catalanes.

El “sentidiño” gallego, siempre alejado de radicalismos, ya lo sufrieron Vox o En Marea. Quizá por ello el BNG tendrá que esmerarse para explicar qué ha conseguido para nuestra tierra a cambio de apoyar a Sánchez. Deberá mostrar dónde y cómo quedan Galicia y los gallegos frente a lo obtenido a nivel político, social y económico por sus socios del País Vasco y Cataluña. En cuanto a Sumar, el caos le sobrevuela. Si un día se anuncia una alianza con Podemos y Esquerda Unida, al otro el líder de Podemos en la sombra rechaza el pacto y redirige sus votantes hacia el BNG. Difícil lo tiene Marta Lois, quien, además de encubrir los desencuentros de su formación, tendrá que consensuar voluntades y sillones y, sobre todo, competir con una Ana Pontón que gana en las distancias cortas; y que, si logra disimular ciertas alianzas del BNG que los gallegos no aprueban, consolidará su auge.