“Os socorristas temos un sexto sentido para ver cousas que os demais non aprecian”

Las piscinas de Sar cuentan con un equipo de doce socorristas

Deben velar por el cumplimento de las normas de seguridad de la piscina: "cuesta que se asuman"

"La gente cree que no hacemos nada", dicen, y recalcan que las suyas son labores de prevención

De delante a atrás, Eduardo Martínez, Fabieny Soares, Mateo Raposo, David Segade, Raquel Leis y César González, seis de los doce socorristas que están en la plantilla de la temporada de verano de las piscinas del complejo multiusos Fontes do Sar

De delante a atrás, Eduardo Martínez, Fabieny Soares, Mateo Raposo, David Segade, Raquel Leis y César González, seis de los doce socorristas que están en la plantilla de la temporada de verano de las piscinas del complejo multiusos Fontes do Sar / Antonio Hernández

El trabajo de socorrista es uno de los más necesarios durante los meses de verano, pero poco valorado por gran parte de los bañistas. Así lo transmite el equipo de socorrismo de las piscinas del complejo multiusos Fontes do Sar, un espacio con gran afluencia de compostelanos que pueden disfrutar de las instalaciones de lunes a domingo, incluidos los días festivos, en horario de once de la mañana a nueve de la noche.

“A xente pensa que non facemos nada e que estamos para molestar, cando realmente velamos pola súa seguridade. Cando pasa algo estamos aí e temos un sexto sentido, ao ver cousas que os demais non aprecian. Se alguén ten un problema ou está a punto de afogar xa estamos saltando á auga”, comenta en conversación con este medio Fabieny Soares, una de las doce socorristas que trabaja este verano en las piscinas de Fontes do Sar, y que suma esta temporada su duodécimo año allí.

La temporada comenzó el día 1 de junio, aunque en los primeros quince días no estaba disponible el vaso de chapoteo, y la previsión es que las piscinas estén abiertas hasta el 15 de septiembre, fecha que puede variar en función del tiempo.

Los doce socorristas encargados de la seguridad de los usuarios se organizan en turnos de tres personas y cada hora suelen ir rotando entre las tres piscinas. “Non hai un horario fixo, podemos estar toda a xornada, de 11 a 21 horas, só de mañá ou só en turno de tarde”, comenta Fabieny.

Cada día los socorristas deben de realizar una serie de tareas antes de que la gente llegue al lugar. Tras poner el uniforme, lo primero es “comprobar que estean pechadas as portas dos vestiarios, revisar as boticas de primeiros auxilios, tanto o que temos en enfermaría como o que temos ao pé da piscina. Miramos que as corcheiras esten ben postas ou se temos que reservar algunha estaxe e abrimos a cúpula que cobre a piscina que tamén se pecha ao marchar”. En definitiva, se trata de destinar unos minutos a evaluar que todo esté en correcto estado.

O equipo de socorristas das piscinas de Sar

O equipo de socorristas das piscinas de Sar / Antonio Hernández

Cuando llegan los usuarios lo que deben hacer los socorristas es ver que se cumplen las normas de la piscina para su seguridad. No tirarse de cabeza, no hacer el muerto o no estar saltando de forma continua son algunas de las medidas que se incluyen en el reglamento. Al respecto, Fabieny transmite que, en general, a la gente le cuesta asumir la normativa. “Pensan que estamos aquí para molestar, pero as normas son necesarias”, añade. Así, menciona que es muy recurrente que tengan que informar de que no se puede estar con gafas en la piscina, “porque con un pequeno despite podes levar un bo golpe”.

El perfil del usuario varía en función del momento del día. Por las mañanas suelen acudir niños y niñas de campamentos y personas por libre que van expresamente a nadar. Por las tardes y fines de semana, la gran mayoría son familias, quienes hacen uso principalmente de la piscina mediana, que va de los 0,60 a 1 metro de profundidad, apta para menores de ocho años y que deben ir siempre acompañados de adultos. Después está la piscina de mayor profundidad que llega al 1,80 metros de profundidad y la de chapoteo, para bebés o niños muy pequeños. El sábado pasado uno de los socorristas que estaba trabajando en la jornada de tarde tuvo que reanimar a un joven de 14 años que perdió la consciencia cuando jugaba con unos amigos a aguantar la respiración bajo el agua, quien a posteriori fue trasladado al CHUS. Al respecto, Fabieny, que no estaba presente, asegura que “foi un susto, pero o RCP saiu adiante e o rapaz xa está na súa casa”. Por suerte en lo que va de temporada no hubo más casos.

Lo que sí sucede es que todos los años se ven obligados a tirarse varias veces a la piscina más profunda, “xa que hai persoas que se adentran nela sen saber nadar porque pensan que poden estar ao ter corcheiras ou aos bordos para agarrarse”.

Fabieny quiere poner en valor que pasan horas de pie haciendo su trabajo para que el usuario esté bien y seguro, “pero cando falas con eles xa che responden dunha forma que non é a correcta”.

Lo mismo piensan sus compañeros César González y Raquel Leis. César cree que la profesión está mal remunerada, “teniendo en cuenta la importancia que tiene estar controlando todo lo que pasa, ya que si sucede algo grave somos los máximos responsables”. Además, tras 16 años como socorrista en las piscinas de Sar, afirma que “la gente piensa que no hacemos nada y aunque no lo crean lo tenemos todo controlado”. Incide en que sus labores son de prevención. En el caso de Raquel Leis, la más veterana de los tres, tras 20 años de experiencia, lo que le transmiten los usuarios es que “calentamos la silla y nos pagan por no hacer nada”, a lo que añade: “Muchos adultos piensan que hacemos las cosas contra ellos y no es así, miramos por su seguridad y la de sus hijos”. En su caso, la mayor dificultad a la que se enfrentó fue a un atragantamiento de un niño de 12 meses. “Le realicé la maniobra de Heimlich, vomitó y por suerte se recuperó”, comenta.