Propaganda o deshonra: Negreira pasma dividida con el caso arbitral

Vecinos de Negreira dirigiéndose hacia la comida de mayores en 2022, auténtica red social de la tercera edad / concello

Vecinos de Negreira dirigiéndose hacia la comida de mayores en 2022, auténtica red social de la tercera edad / concello / Marcos Manteiga

“ E por que demos non lle chaman o Caso Enríquez, se é o primeiro apelido dese árbitro implicado?”. Esta sencilla apreciación del historiador nicrariense Amancio Liñares en redes sociales sigue arrastrando un ronsel de opiniones por la repercusión de un presunto caso de corrupción en el arbitraje. Y la estela está claramente dividida entre los que aplauden dicho epígrafe periodístico, como forma de situar al concello de Negreira en el mapa, y los que, por el contrario, lo tildan de gran deshonra.

Enríquez Negreira, a la derecha, durante sus tiempos de árbitro en activo / imágenes noroeste-faro

Enríquez Negreira, a la derecha, durante sus tiempos de árbitro en activo / imágenes noroeste-faro / Marcos Manteiga

Partiendo de que el fútbol es así, y el mundillo del balompié lleva reflejando esta polémica desde hace semanas por todos los países con bagaje futbolístico, Liñares tiene claro que “Negreira, o nome da nosa vila e concello, debe resultarlle máis eufónico ou exótico ós medios de comunicación, ó mundo do xornalismo”. Con el catedrático de instituto jubilado están Severino y María Dolores, aludiendo ésta a que “xa estamos un pouco fartos; debemos protestar en organismos competentes. Se o seu apelido non ten rango, a vila de Negreira non merece saír todos días como o caso Negreira, e alguén chegou a preguntarme que é o que pasa en Negreira (deben ser grandes lectores)!”, tercia esta vecina al respecto.

Pero Gerardo no lo tiene tan claro, y aportaba que “Deja, deja... que acabará situando a Negreira en el mapa”, una realidad que, por contra, no alcanza a apreciar una exedila, quien se sumaba a la deriva de opiniones con un rotundo “totalmente de acordo, Amancio!! Estas persoas (xornalistas e toda esa fauna mediática) deberían pensar se ós lugares onde viven lles gustaría que estiveran a cada dous por tres na boca de calquera... E máis por razóns tan negativas e vergoñentas”, dice entre plañidos.

Con la puñalada hacia el quinto poder aún sangrante, otro exconcejal –o son legión, o nuestros viejos munícipes gozan de mucho tiempo libre– estimaba que “posiblemente os xornalistas que tratan este asunto descoñecen que existe un concello chamado Negreira. Se algún deles o soubera, seguro que xa estaría a facer unha reportaxe sobre esta coincidencia”. Dicho y hecho, pues: el lector siempre lleva la razón.

“Negreira está xa situadísima no mapa e, habitualmente, por iniciativas e actividades positivas. Pero non nos gusta que identifiquen o noso topónimo por asuntos turbios, de corruptelas ????”, apuntalaba Liñares en su argumentario.

Gerardo tampoco para, y aunque reconoce que su comentario tenía “animus iocandi”, no duda en espolear la división de opiniones haciéndose eco de que “no obstante, a Vigo no le ha ido nada mal con el histrionismo de su regidor. Como alguien dijo: que hablen de uno, aunque sea bien”. Pero aún quedaba madera por quemar, y el tema llegó a escorar también hacia derroteros puramente lingüísticos. Cron se sumó a la polémica razonando que “é cousa coñecida. O mesmo pasa con Feijóo, Zapatero, Touriño… Todos tiñan un primeiro apelido en -ez. Non contan? Non creo que ninguén asocie a vila con algo negativo, ou?”, una circunstancia que deja relativamente perplejo al impulsor del debate: “E logo que mal terán os apelidos que rematan coa letra zeta”.

En esta sesuda polémica han tenido tiempo los ilustres vecinos incluso de sumar anécdotas, y Pablo relataba que “cando comecei a miña andadura profesional na Coruña, a mediados dos 90, nun negocio vin unha carpeta na oficina do dono (coñecido meu) que poñía Negreira. E pregunteille: home, eu son de alí ó lado. A quen tes de cliente alí? E non tiña ningún cliente en Negreira”.

Severino cerraba el intercambio de opiniones con un meridiano “batalla perdida, Amancio!”. A modo de colofón, destacar que la capital barcalesa fue tan conocida como polémica desde los tiempos de Afonso Eanes do Cotón, que se cree murió apuñalado en una taberna, hasta los del regidor Blanco, que permitió ausentarse del tajo a los funcionarios para ver... un mundial de fútbol.