“El problema no es el TEC, sino una psiquiatría que quiere acabar con el sufrimiento a la fuerza”

El psiquiatra y experto en trastornos de ansiedad y depresión Martín Girón analiza para EL CORREO la aplicación de la terapia electroconvulsiva, o electroshock, que tras el caso del arzuano Iván ha vuelto a generar gran controversia a nivel social y científico

Martín Girón, psiquiatra del Instituto Médico Imaya  de Vigo / I.M.I.

Martín Girón, psiquiatra del Instituto Médico Imaya de Vigo / I.M.I. / sol elvira

La aplicación de la terapia electroconvulsiva (TEC), o electroshock, una técnica que se aplica desde hace 80 años en pacientes con trastornos psicóticos graves, volvió a generar controversia y debate social y científico a raíz del caso del arzuano Iván. “El problema no es el TEC, sino que exista una psiquiatría reaccionaria y paternalista que todavía cree que se puede acabar con el sufrimiento psíquico a la fuerza”, explica Martín Girón, pisquiatra formado en el Gregorio Marañón de Madrid, del equipo del Imaya de Vigo, experto en trastornos de ansiedad y depresión y miembro de la Asociación Española de Neuropsiquiatría.

-¿Es el TEC el único método para los trastornos psicóticos graves?

-No; ninguna intervención psiquiátrica puede ser considerada el único método para atender una determinada situación. Por ejemplo, existen hospitales en España que no disponen de la tecnología necesaria para la aplicación de esa terapia.

-¿En qué tipo de pacientes debe aplicarse el TEC y qué daños secundarios puede causar en el paciente?

-Esta pregunta es muy compleja de responder porque presupone un debate epistemológico muy hondo que lleva décadas abierto. Por una parte, existen argumentos desde la ciencia, en forma de ensayos clínicos y guías de práctica clínica, que pueden recomendar la indicación de la terapia electroconvulsiva en determinados supuestos. Está científicamente indicada en los casos de catatonía, especialmente si es maligna y no responde a farmacoterapia; y depresión, psicosis esquizofrénica y manía, resistentes a otras intervenciones. Pero es muy hipócrita que los psiquiatras enarbolemos la bandera de la evidencia científica al mismo tiempo que desde la propia psiquiatría se pautan medicaciones con indicaciones no avaladas, combinaciones de fármacos no rigurosamente estudiadas y dosis de fármacos fuera de ficha técnica. España es uno de los países del mundo en el que más antidepresivos y ansiolíticos se pautan, y esto es así porque no se cumplen los estándares científicos que indican las guías de práctica clínica ni las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Si queremos ser científicos, entonces seamos rigurosos e inspeccionemos qué y cómo se prescribe en las consultas, en las unidades de hospitalización y en las cárceles de este país.

La ciencia no lo resuelve todo. Tú puedes obligar a unos padres a que trasfundan a un hijo para evitar su muerte, pero ¿puedes obligar a una persona a curarse de una depresión? Priorizar la entelequia de una psiquiatría científica, el cerebro, frente al vínculo terapéutico y la subjetividad, es un tremendo error.

Respecto a los efectos secundarios, los más frecuentes son amnesia, cefalea, dolores musculares y problemas cognitivos. Y yo añadiría: pérdida de confianza en los sistemas de salud mental públicos.

-Los defensores del TEC hablan de recuperación mental; los detractores, de “abuso psiquiátrico”...

-El problema no es la técnica per se, sino que exista una psiquiatría reaccionaria y paternalista que todavía crea que se puede acabar con el sufrimiento psíquico de manera coercitiva, a la fuerza, con ingresos y tratamientos involuntarios, atando a personas a la cama, y que ignora sistemáticamente las reivindicaciones de las asociaciones de usuarias en contra de las violencias psiquiátricas. Existen personas a las que la terapia electroconvulsiva les ha ayudado y no podemos demonizarlas. Pero hay otras que cuentan experiencias terroríficas o que aquejan problemas cognitivos permanentes. Dentro de los profesionales ni siquiera existe un consenso porque no se sabe ni cómo funciona.

-¿En España es muy habitual?

-Sí, es mucho más frecuente de lo que se cree y en línea con la progresiva biologización de la salud mental, lo será más. De todas maneras, no todos los hospitales la realizan.

-¿Se puede obligar a un paciente, no incapacitado, a estar internado en un hospital y recibir el TEC?

-Que se pueda o no obligar a un paciente a recibir este tipo de tratamientos lo determina un juez, no un psiquiatra. Otra cosa es que se deba y en esto creo que mi postura y la de muchos profesionales es evidente. Existe en España una proposición de ley de Unidas Podemos paralizada en el Congreso desde 2021 por el veto del PSOE. Se trata de una ley que es pionera en el reconocimiento y garantías de derechos de los usuarios de la salud mental, que además pretende por primera vez priorizar intervenciones de tipo psicosocial frente a intervenciones exclusivamente biológicas.Por ejemplo, reconoce la existencia de un documento de voluntades anticipadas en salud mental, que ya existe en algunas comunidades autónomas en las que no es jurídicamente vinculante. Serviría para evitar someter a personas a intervenciones que no desean.

-Está en boga hablar y visibilizar la salud mental. Pero, ¿tan poco se avanza que se siguen usando terapias como los electroshocks?

-Si la visibilidad no va acompañada de mayor financiación y un cambio de enfoque en la investigación, que en nuestro país es esencialmente biomédica y dependiente de la industria farmacéutica y se olvida de los aspectos psicosociales, las cosas seguirán igual dentro de 80 años.