Riadas y vertidos dejaron los bancos marisqueros de Muros-Noia al borde de la quiebra

Mariscadores retirando toneladas de berberechos muertos en Noia

Mariscadores retirando toneladas de berberechos muertos en Noia / l.s.

El sector marisquero está en jaque en toda Galicia. Lo está por diversas causas: los episodios de contaminación que afectan a los arenales, los efectos del cambio climático (que alteran las condiciones de temperatura) y las bajadas de salinidad motivadas por las riadas y, en algún caso, también por la apertura sin control de las presas de los embalses.

Y, aunque 2023 fue un Annus horribilis para el sector, lo cierto es que la catástrofe se veía venir ya desde el invierno de 2022, que se había saldado con una alta mortandad de bivalvos por los efectos de las riadas, impidiendo reanudar la campaña tras la Navidad en una de las rías más productivas: la de Muros-Noia.

La asistencia técnica de la cofradía de Noia cifró entonces en un 81,3% la mortandad del berberecho de talla comercial en dicha ría, en un informe que atribuye esta situación a la “prolongada” baja salinidad, con niveles del 0%. También provocó que muriese el 77% de la cría de berberecho, así como del 54% de la almeja japónica de talla comercial.

Con todo, durante la primevera, en plena veda, el berberecho alcanzó un gran índice de reproducción, el más alto registrado en Muros-Noia, según la bióloga de la cofradía noiesa, Liliana Solís, quien lo cifró en 6.700 unidades por metro cuadrado, “cuando por encima de 1.000 unidades ya se considera un índice alto”, según explica.

Sin embargo, ese stock reproductor no alcanzó la talla comercial durante el verano. Para entonces había un índice de 15 berberechos por metro cuadrado en los bancos marisqueros noieses y había muerto el 50% de la almeja japónica y fina.

La situación hacía presagiar lo peor con vistas al inicio de la campaña marisquera del mes de octubre. Los pronósticos de la bióloga y los temores del sector se cumplieron.

Los mariscadores de Muros-Noia constataron desde el primer día de campaña la alta mortandad de bivalvos y regresaron a la lonja sin poder completar los reducidos cupos fijados (5 kilos de berberecho a flote, 3 kilos a pie y 4 kilos de almeja).

La campaña marisquera más corta de la historia en la ría de Muros-Noia concluía de manera prematura tan solo diez días después de su apertura, tras confirmarse la inexistencia de recurso de talla comercial, tal y como anticipaban los estudios biológicos que se habían realizado. Un cierre que dejó a 1.700 familias de mariscadores de los pósitos de Noia, Muros, O Son y Portosín en una situación de incertidumbre y un balance de pérdidas que el patrón mayor noiés, Santiago Cruz, cifró en unos 14 millones de euros.

Esta situación no es muy distinta de la mayoría de los bancos marisqueros del litoral gallego, que viven un momento difícil debido a la escasez de recursos. Pero siempre hay una excepción que confirma la regla, y éste es el caso del estuario del río Anllóns (entre Ponteceso y Cabana de Bergantiños), que en 2023 se convirtió en el principal vivero y proveedor de berberecho en Galicia.

Así, el sector marisquero recibe 2024 con una palabra: esperanza.