Las tres escuelas infantiles unitarias del rural de Santiago se salvan del cierre el próximo curso

Obligados a contar con al menos seis alumnos para continuar abiertos, los colegios Gaioso en O Eixo y Bispo Teodomiro en Marrozos se garantizan el mínimo, mientras que en Laraño el de O Rial tendrá al menos 17 niños

Rosa Pose, de la escuela infantil unitaria de O Rial, en Laraño, junto a parte de sus alumnos en las instalaciones del centro

Rosa Pose, de la escuela infantil unitaria de O Rial, en Laraño, junto a parte de sus alumnos en las instalaciones del centro / A. Hernández

Si la escasez de nacimientos representa un auténtico problema para el conjunto de la población en muchos ámbitos desde hace décadas, en el caso de los tres colegios unitarios infantiles del rural compostelano supone todo un reto para su supervivencia ante la llegada de un nuevo curso. Obligados a contar con un mínimo de seis alumnos para poder permanecer abiertos, cada primavera inician el proceso de captación de nuevos estudiantes con una intensa campaña en la que recurren a las habituales aperturas de puertas, para dar a conocer su modelo de enseñanza a los posibles interesados, o a la difusión de las opciones de las que disponen en redes sociales.

A falta de que se formalicen las matrículas durante el próximo mes de junio y con la inscripción de solicitudes cerrada, las tres escuelas del rural de la capital gallega respiran tranquilas, al menos de cara al curso 2023-2024, puesto que ya tienen garantizado ese mínimo. En concreto, y según indicaron las profesoras de cada uno de los centros en conversación con este periódico, la escuela de Gaioso, en O Eixo, mantendrá al menos la cifra de seis niños y podría aumentarla hasta siete, mientras que la de Bispo Teodomiro, en Marrozos, contará con ocho. En Laraño la de O Rial, la que tiene mayor número de estudiantes, contabilizará al menos 17, si bien podría alcanzar los 18 con los que cuenta en este momento.

El recuento de solicitudes materializadas se asemeja a un cuentagotas agónico con final feliz. Feliz y tremendamente dulce si se compara con la dolorosa situación que vivió Rosa Pose en la recta final del curso 2020-2021 en Brión, “cando houbo que pechar a escola por unha soa matrícula e foi algo moi duro, moi triste; houbo que facer inventario, empaquetar todo como nunha mudanza e pechar, tiven que abandonar o colexio por falta de nenos e resultoume algo moi doloroso”.

Con plaza definitiva en la escuela de Laraño, destino en el que ejerce por primera vez, se muestra muy contenta, hasta el punto de que “a miña idea, se me deixan e a saúde non me falla, é permanecer aquí ata a miña xubilación”. Tiene a su cargo a 18 alumnos y señala que para el próximo están garantizados “17, aínda que estamos pendentes de que se poida matricular un máis”. Es, de hecho, el centro de este tipo en el rural compostelano con mayor número de estudiantes, ya que asegura que “experimentou un repunte moi grande nos últimos anos”.

No obstante, reconoce que “o problema demográfico está a notarse tamén nos outros colexios”, en los que se divide a los niños por edades en los diferentes cursos, y admite que “a falta de pequenos é algo que asusta un pouco”.

Entre las ventajas de esta propuesta unitaria, en la que los alumnos de tres a seis años conviven en la misma aula, destaca que “todo é moi familiar, moi acolledor, proporciónache unha riqueza inmensa a nivel social porque falas cos avós, cos pais, dentro dun entorno no que non hai timbre, nin buses escolares ou servizo de madrugadores”.

Para Rosa Pose, que lleva quince años impartiendo en colegios unitarios, el trabajo es muy gratificante y enriquecedor, ya que “na aula estamos soas pero interactuamos unhas profesoras con outras, e iso permíteme pode aprender con xente nova, que aporta novas ideas”. Incide en que “ademais hai cursos de formación e vemos no que están traballando noutros lugares, estamos soas físicamente pero conformamos unha gran familia”, resalta.

Las cuentas para garantizarse la continuidad durante el 2023-2024 han sido mucho más ajustadas en el caso del Bispo Teodomiro, ya que se marcha una de los seis niños con los que cuenta en la actualidad y, al final, “hemos recibido tres solicitudes, de forma que al menos serán ocho”, según explica su profesora, Sonia Rey. Aclara que en esta ocasión pueden respirar tranquilos, pero ya avanza que para el próximo curso no lo tiene tan claro, puesto que se van tres por edad, con lo que se avecina un futuro que describe “con mucha tensión e incertidumbre”.

“Es un privilegio”

En su primer año en la docencia y en el destino que eligió como primera opción, cree que no podrá repetir en septiembre, pero indica que “para mí es un privilegio poder dar clase aquí, es la oportunidad de mi vida para poder aprender”, y añade que “tener una ratio de alumnos tan pequeña te permite hacer un montón de cosas, tanto con los de tres como con los de cinco años, puesto que les puedes dedicar todo el tiempo que cada uno precisa”. Considera una responsabilidad la captación de nuevos alumnos en un entorno en el que, según subraya, “la colaboración con las familias es muy buena, y la pena es que mucha gente de Santiago no conoce un colegio como éste”.

Y si ajustada ha sido la inscripción de solicitudes en Marrozos, en O Eixo podría calificarse de agónica la cuenta atrás hasta conseguir los al menos seis estudiantes necesarios para continuar con la actividad en el Gaioso, ya que este curso contaban con el mínimo imprescindible, “pero dos de ellos se marchan a Primaria, y menos mal que al final va a haber dos matrículas nuevas y estamos esperando que se pueda formalizar otra en junio”, apunta su profesora Guiomar Varela.

Al igual que sus compañeras, durante el período de inscripción de solicitudes ha impulsado una intensa campaña, tanto en redes sociales como abriendo las puertas a los posibles padres interesados, “sobre todo dándonos a conocer porque estamos a diez minutos de Compostela y mucha gente no nos conoce”. Y recalca que pese a haberse cerrado el plazo de solicitudes, “mientras haya plazas disponibles, nadie te puede decir que no, con lo que aún se mantiene la posibilidad de matricularse hasta junio”. En su primer año como profesora, está muy contenta con una experiencia en la que ella es quien mantiene a diario un contacto estrecho con sus alumnos, que comparte una hora a la semana con la profesora de inglés y otra con la de religión para los apuntados a esta opción, al igual que sucede en las otras dos escuelas unitarias del rural compostelano.

Colegios rurales agrupados

Aunque de momento no es el caso de Compostela, en algunas zonas cercanas como Teo, Valga, Santa Comba o Coristanco se ha optado por la figura de los denominados colegios rurales agrupados, escuelas unitarias de un mismo ayuntamiento o limítrofe que constituyen un único colegio público, de forma que los centros integrados cuentan con una sola sede administrativa y pueden además disponer de un mayor número de recursos personales, económicos y materiales, favoreciendo la participación activa de todos los miembros de la comunidad educativa, pero siguen funcionando en el día a día como aulas separadas.