La guitarra española y la música clásica se hacen eco en el hospital Clínico

Música en Compostela volvió a transformar la entrada del CHUS en un auditorio gratuito

Concierto de los alumnos de Música en Compostela en el hall del Hospital Clínico

Concierto de los alumnos de Música en Compostela en el hall del Hospital Clínico / antonio hernández

Xosé Aldámiz

El bálsamo de la música clásica reverberó ayer en el hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. Música en Compostela, los cursos universitarios para estudiantes de todo el mundo, volvió a transformar la entrada del CHUS en un auditorio gratuito para pacientes, personal sanitario y visitantes. “Por lo que sé, Andrés Segovia fue el que tuvo la iniciativa de estos cursos de Compostela desde 1958. Empezó él sólo con la guitarra y luego ya, cuando fueron añadiéndose más cátedras a este festival, se quedó que fuese música española, exclusivamente, lo que se interpretara”, explicó Juan Andrés Unane, un guitarrista que, aunque participó el año pasado, éste acudía como espectador.

El protagonismo de la primera parte de este concierto de una hora recayó en la guitarra española. Dos fueron los estudiantes internacionales que participaron en esta sección y que venían avalados por José María Gallardo del Rey, ilustre estrella de esta disciplina que ha sido su maestro y guía. “Este año tengo un nivel fantástico de alumnos”, aseguró el veterano guitarrista. “Externalizar el festival y que la ciudad, de alguna manera, disfrute de las actividades nuestras es como matar dos pájaros de un tiro. Ofrecemos mucho trabajo al público de Santiago y a un público muy necesitado de apoyo y cariño; y por otro lado es una oportunidad muy buena para los alumnos para que se vayan fogueando”.

A pesar de haber iniciado sus pasos con la guitarra eléctrica, Connor Whyte acabó hallando un nuevo amor en los acordes españoles a los 12 años debido a su “complejidad” y “emoción”. Con apenas 19 años, la destreza de este joven le hizo ganar concursos internacionales y llamó la atención de Gallardo del Rey, quien le aconsejó venir a estudiar a España. “Creo que sientes más cuando escuchas música clásica. Es más intensa que muchas otras cosas”, cuenta Connor con una timidez que quedó rota en su actuación.

El australiano de 20 años dejó bullir la emoción entre sus dedos para compartirla con su audiencia a través de ‘Invocación y Danza’ de Joaquín Rodrigo. La pasión de su arte volaba en el movimiento de sus manos sobre las cuerdas.

Sin negar el emocional dominio de Whyte, el italiano Ricardo Güella quedó ensombrecido. La experiencia del italiano, que volvía al CHUS tras su actuación en la edición del año pasado, se percibía en un control brillante de los acordes. “Tocar aquí es como traer algo diferente que en el hospital no se suele ver; es como traer un poco de felicidad”, contó el italiano tras representar ‘Variaciones de un tema de Sor’ de Miguel Llobet.

La guitarra cedió su lugar a la viola y la música de cámara. Los cuatro alumnos del violinista Ashan Pillai prosiguieron con ‘Oración del torero’ de Joaquín Turina. Pol Altimira Saura, Yuliia Sozanska, Daniela Palamaryuk y Jean Gook fluyeron con la melodía con un público que había ido creciendo a medida que se sucedían los temas.

La ausencia del silencio de un auditorio supuso una dificultad que no les amilanó, ni a ellos ni a la estadounidense Hanna Kim. Esta violonchelista sucedió a sus compañeros con el ‘Seven’ de Andrea Casarubias. “Es bonito ser consciente de lo que te rodea y aprovecharlo para tu propia música”, comentó esta alumna de María de Macedo Mariani ante la irrupción de sonidos externos que se habían sucedido durante su acto.

El concierto terminó con los ‘Emigrantes Celtas’ de Manuel Quiroga tocado por el violín de Paula Diz, discípula del profesor Stephan Picard. Su sólo puntualizó un recuerdo melódico para los pacientes y equipo del CHUS.