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Capacidades de políticos

Carlos Pajares Vales

Carlos Pajares Vales

LOS POLÍTICOS SON FRECUENTEMENTE CRITICADOS por los ciudadanos, porque se resaltan más sus defectos al estar continuamente expuestos al ojo público. Al mismo tiempo se les exigen muchas cosas, sin tener en cuenta la imposibilidad de hacerlas debido a las limitaciones del presupuesto y del tiempo necesario para conseguirlas. Usualmente a un político se le pide que sea muy activo, lo cual implica estar frecuentemente en los medios respondiendo a todo lo que se le pregunta.

Es muy difícil saber de todas las cosas, por lo que no es extraño que de vez en cuando se equivoque. Si contesta esto no lo sé, lo cual sería razonable, será criticado por no estar formado para contestar. Las personas apreciamos a las personas que no están obsesionados por aparentar y que no estén siempre intentando sobresalir. Sin embargo, un político debe sobresalir para poder conocer sus opiniones y comportamiento. Hay una contradicción intrínseca entre lo que apreciamos y lo que exigimos.

Los ciudadanos no son tan exigentes en algunas capacidades, por ejemplo, hablar idiomas y en particular inglés. Hace unos años, en cierta medida era comprensible esa benignidad, dado que la inmensa mayoría de españoles no sabían inglés. Afortunadamente la situación ha cambiado, aunque todavía hay un gran número de personas que no son capaces de sostener una conversación en inglés. Actualmente en la mayor parte de carreras o se exige formalmente saber inglés o es indispensable para cursarla. Los políticos, sobre todo a nivel de presidente de Gobierno o de ministro, deberían hablarlo sin problema, dado su papel en negociaciones internacionales y representación. En España ni Aznar, ni Rodríguez Zapatero ni Rajoy lo sabían y daba pena verles en reuniones del Consejo de la Unión Europea sentados, aislados, fuera de los corrillos donde estaban los presidentes de otros países. En estos corrillos y pasillos es donde se establecen las mejores relaciones, compromisos y oportunidades para los diversos sectores.

El no saber inglés repercutió negativamente en los intereses de España dado que no es lo mismo hablar con intérprete. La imagen de un país donde su presidente no sabe inglés es muy negativa. En el caso de Aznar fue patético verle cuando salía de estar con Bush, hablando un español con acento como si hablase inglés corrientemente. Su capacidad para hablar idiomas nos la indicó cuando dijo que hablaba catalán en la intimitat. El ridículo que hacía solo era comparable al de su mujer Ana Botella cuando presentó la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos en un inglés macarrónico. Daba vergüenza ajena, siendo motivo de chanzas aquella frase de “a relaxing cup of café con leche”.

Felipe González hablaba francés aunque no inglés, y con él supo moverse bien en las principales cancillerías y presidencias de Europa. Ahora Pedro Sánchez habla bien inglés y se maneja con naturalidad como lo hemos visto recientemente en el foro de Davos o en la recepción en el museo del Prado a los presidentes de los países de la OTAN. Desgraciadamente no se puede decir lo mismo de Alberto Núñez Feijóo. A cierto nivel, para ser presidente o ministro se debía indicar, como se hace en algunas empresas, que para ciertos empleos exigen hablar inglés como requisito y añaden abstenerse los que no lo cumplen.