Entrevista | Xoán Luis Miguéns García Escritor

“Cornes-Carril se hizo a espaldas de la guerra localista ferroviaria”

Xoán Luis Miguéns García frente a El Verderón de Santiago / Jesús Prieto

Xoán Luis Miguéns García frente a El Verderón de Santiago / Jesús Prieto

El 150 aniversario de la instauración de la línea Cornes-Carril se celebra hoy para conmemorar este momento tan relevante en la historia de Santiago y Galicia. A través de las anécdotas de sus responsables y pasajeros originaron A memoria do tren, libro escrito por Xoán Luis Miguéns García sobre este reconocido trayecto.

¿De dónde surgió A memoria do tren?

Yo fui ferroviario durante cuarenta y tantos años. Por eso fui recogiendo algunos dichos y hechos que me fueron transmitiendo los compañeros; sobre todo la gente mayor que se había jubilado o estaba a punto de hacerlo. Entonces, recogí una cantidad de relatos que de alguna manera conformaron la pequeña historia de este pequeño ferrocarril que cumple 150 años.

¿Quiénes hicieron posible esta vía Carril-Cornes?

Las personas responsables de aquella idea tuvieron una visión que se gestó en Santiago; entre la Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago y el Ayuntamiento, que lo hicieron posible fundando la Junta Ferroviaria. Entre los dos hicieron unos grandes esfuerzos y consiguieron hacer un ferrocarril.

¿Por qué es tan importante esta ruta respecto a otras?

Hubo otras en construcción, pero fue la primera que se inauguró en Galicia. Se inició la construcción en 1862 y empezó a funcionar el 15 de septiembre de 1873 en las dos estaciones a la vez; tanto en Cornes como en Carril. Se hizo a espaldas de los grandes movimientos de aquel momento, que habían gestado una “guerra localista ferroviaria” entre el norte y el sur de Galicia. Por culpa de este conflicto, Santiago quedó descolgada de la línea que unía A Coruña con Madrid. La Diputación de A Coruña ni siquiera compró acciones del Compostelano, compañía responsable de las vías de Carril-Cornes. Sin embargo, la Diputación de Pontevedra sí que lo hizo y el Arzobispado también junto a otros personajes de la época como el marqués de Rubianes, que llegó a ser presidente del Consejo de Administración durante años. Este pequeño ferrocarril, el concebirlo, plasmarlo y realizarlo, fue una epopeya. Aún hoy en día construir uno no es una broma, pero entonces tuvo que ser algo extraordinario; incluso aunque sólo tuviera 42 kilómetros.

¿Cómo fue el proceso que lo hizo posible?

Contrataron a un destajista, que era como lo llamaban en aquel momento, para hacer la obra; pero aquel hombre no debía saber mucho de tendidos ferroviarios. Los responsables tuvieron la buena idea de buscar a un ingeniero inglés que sí sabía de trenes. Lo primero que hizo fue modificar el trazado; relativamente poco. Esto les ahorró en el tendido un millón y pico de reales de vellón. Cruzó Padrón-Pontecesures; básicamente lo hizo planteando dos líneas rectas, con curvas en los dos extremos, pero era prácticamente recta. Aparte de acortar el tendido, les ahorró material.

¿Cuál era el nombre de este ingeniero inglés que dirigió el proyecto?

Hubo dos ingenieros ingleses. Mr. Rumball y Mr. Mould. Uno primero y otro después fueron los que sabían de construir ferrocarriles. Estos señores se encargaban de tramitar, de encontrar el tendido, etc... Esto tenía un coste aparte de sus honorarios, que eran elevados. La compañía fue pagando, pero llegó un punto en que ya no podía, y se la quedaron; digamos que incautaron la compañía, que era el Ferrocarril Compostelano de la Infanta Doña Isabel; el Compostelano lo llamaban. Al pasar a sus manos, le pusieron un nombre inglés: The West, aunque para los paisanos era Teves. Con el paso del tiempo se hizo cargo de ella el abuelo de Camilo José Cela, que también era inglés. Estuvo en manos inglesas hasta que pasó a otra compañía, y tras la Guerra Civil acabó en Renfe.

¿Cuáles son las historias de A memoria do tren?

Los relatos son basados en hechos reales. El primero se trataba de un problema que tuvieron nada más inaugurar el ferrocarril en la zona de Paidacana, a un kilómetro y pico de la estación de Cornes. La gente de Santiago y de la zona cogía el tren en marcha porque empezaba a frenar por allí y casi iba al paso. Aparte de no pagar el billete, los jóvenes lo tomaron como un entretenimiento. La compañía puso una valla a cada lado para evitar el acceso, pero la gente seguía montando de forma fraudulenta y arriesgando el físico. El director de la compañía gestionó el problema con el gobernador civil de A Coruña, de tal manera que se encargó la Guardia Civil y se acabó el cuento. El último relato tiene dos narraciones paralelas: Una es la vida de un ferroviario desde que entró en Renfe hasta su jubilación, y otra son los acontecimientos que sucedieron en Galicia durante los años que estuvo en activo. En medio también hay historias sobre temas como el contrabando o el entierro de Rosalía de Castro.

¿Está trabajando en algún otro libro que vaya a publicar?

Tengo otro libro relacionado con el tren, pero no ha sido publicado oficialmente. Solo hice unos ejemplares para mi familia y nada más. Después, tengo uno que está casi acabado, pero yo soy una persona aficionada a escribir; nada más. No soy un escritor y, por lo tanto, lo que hago es para mí y mi familia, excepto ese libro de historias de Carril-Cornes. Carlos Abellán, presidente de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Santiago, Juan Conde, del Consorcio de Santiago, y la editorial Sotelo Blanco decidieron publicarlo, y por eso se publicó. Es un libro que está agotado. Hay gente interesada en una segunda edición, pero de momento no tengo conocimiento de que se vaya a llevar a término en un plazo determinado.