La familia del parkour en Santiago salta muros físicos y mentales

Cultura urbana: Miguel Fiaño, Manuel García, David Sesto y Michael Viana practican “el arte del desplazamiento”

La familia del parkour en Santiago salta muros físicos y mentales

Jesús Prieto

La familia del parkour en Santiago se explica más allá del diccionario y aparte de saltar muros físicos también supera barreras mentales. Al encuentro con EL CORREO GALLEGO acuden Miguel Fiaño Rubio, Manuel García Amado, David Sesto Moire y Michael Viana Gilles, más otras ocho personas, “varias llegadas de Lalín”. La movilidad es parte de estas quedadas de traceurs.

Según la Real Academia Española, parkour es: “Una actividad deportiva al aire libre, principalmente en entornos urbanos, basada en ir salvando los obstáculos en el camino, como diferencias de altura, escaleras, bancos, etc., mediante saltos, volteretas u otros movimientos”.

Es eso y mucho más. David Sesto Moire cumple cuatro años “ entrenando”, indica para dejar claro que sus saltos no se aprenden ni en dos días ni en dos meses. “Empecé con unos amigos tras ver por Internet a un grupo de Madrid que nos metió dentro el espíritu del parkour, los WHAT Parkour”, dice sobre ese colectivo con más de 100.000 seguidores en Instagram, entrevistado por David Broncano en La Resistencia (Movistar+) “hace año y pico”, detalla David, vecino de Conxo.

Ese barrio, junto a la Praza de Galicia, el parque de Bonaval, el Castiñeiriño - Restollal (Rúa de Manuel Ceruelo), un área con bancos cerca del hotel Peregrino (la llaman Macetas), la facultad de Derecho (Gato de Lema) y la biblioteca Concepción Arenal (La Conchi), hilan el mapa de esta tendencia urbana en Compostela.

La familia del parkour en Santiago salta muros físicos y mentales

La familia del parkour en Santiago salta muros físicos y mentales / JESÚS PRIETO

“Muchos llaman al parkour el arte del desplazamiento, ir del punto A al punto B en el menor tiempo posible y con la mayor fluidez. Mucha gente nos ve saltar y dice: ‘Chavales os vais a romper la cabeza’, y, claro, no ven todo el entrenamiento que lleva detrás. Hay quien hace saltos tremendos pero detrás lleva catorce años entrenando y está cualificado mental y fisicamente para hacerlo. Alguien que lleve un año entrenando no va a hacer un salto de cuatro metros hasta el suelo porque puede estamparse, y eso es algo que lo va regulando cada uno. Progresar en el parkour depende de tu capacidad mental y física, hay que estar muy concentrado”, subraya David en alusión al factor mental, clave, como lo es en disciplinas similares. “El parkour mama mucho de la gimnasia”, aclara Manuel García Amado, vecino de Bonaval, que suma cinco años en este entorno.

“Me animó a seguir la motivación personal de ver lo que puedes llegar a hacer con tu propio cuerpo. Logras cosas que, al principio, no crees que puedas llegar a hacer como un mortal en cemento o saltar de un muro y llegar a otro. Me gusta la libertad que se siente al poder emplear tu propio cuerpo sin ningún otro tipo de material, simplemente quedar con tus amigos y disfrutar de la capacidad de divertirte. Y aunque ahora en Santiago no hay tanta gente que salte como hace cuatro años, la que hay tiene un nivel medio alto dentro de Galicia”.

"La motivación personal de ver lo que puedes llegar a hacer con tu propio cuerpo. Logras cosas que no crees que puedas llegar a hacer, como un mortal en cemento o saltar de un muro y llegar a otro"

“En Galicia el gran referente viene de antes, los GUP (Galizian Urban Project), que fueron uno de los mejores grupos de España, con su propia marca de ropa”, detalla Manuel sobre un colectivo creado en 2007, con 100.000 fans en Instagram pero que hoy “entrenan pocas veces al año”, apunta David. Preguntando si Santiago albergó algún tipo de exhibición de parkour, él lo contextualiza. “Se podría hacer algo, nunca se ha hecho. Por ejemplo, pensando con cuidado y respeto al patrimonio, la plaza de San Martín Pinario tiene de todo como para hacer algo bonito”. Y Manuel tercia: “Y no habría problemas en traer a gente de fuera porque Santiago está bastante de moda y suele venir a saltar gente de Vigo y A Coruña. Nos coordinamos por whatsapp; en el grupo de Santiago hay treinta y tantas personas pero activos debemos ser veinte”.

Piden tener un área específica

Miguel Fiaño Rubio, de Conxo, también es parte de esta familia.

“Empecé con 14 años al ver saltar a unos chavales que hoy son mis amigos aunque ya no practiquen. Ya no sigo al mismo ritmo pero no lo quiero abandonar porque el parkour me descubrió un mundo y me dio mucha confianza en mí mismo, una seguridad. Lo bueno de esta comunidad es que hay una unión de grupo muy familiar. La práctica y la constancia te hace ganar confianza y seguridad en la vida, en general. Me aporta cosas que van más allá de lo que es el mero deporte”, resalta sobre esa virtud del parkour como vía para superar barreras psíquicas en una ciudad donde añoran tener un área específica para traceurs.

“Hace años se anunció que Santiago iba a tener un Parkour Park y se hizo algo en la Cidade da Cultura pero no sé a quien le preguntaron porque no tiene casi nada que nos pueda servir. En Portonovo/Sanxenxo sí hay un área para ello, y también en Oleiros y Vigo”, especifica Manuel.

Una afición de cine

El inicio de Michael Viana Gilles llegó vía cine al ver la película Yamakasi, cinta gala de 2001 dirigida por Ariel Zeitoun, con guión de Luc Besson. “Tenía 7 años cuando vi esa peli, todo me parecía enorme y lo dejé y luego lo retomé más adelante junto a mi hermano Lucas, y más tarde conocí a estos en la Praza de Galicia y seguí adelante”, dice Michael en alusión a Manuel, David y Miguel.

David Sesto, Michael Viana, Manuel García y Miguel Fiaño en una zona de parkour en el Restollal, cerca del Castiñeiriño

David Sesto, Michael Viana, Manuel García y Miguel Fiaño en una zona de parkour en el Restollal, cerca del Castiñeiriño / Jesús Prieto

Yo hice antes skate, BMX, y el parkour al ser un deporte que haces con tu cuerpo tiene algo especial. Hacemos todo con cabeza, porque el parkour es ser y durar, y es un mundo donde hay muy buen ambiente. Es un deporte aunque no tenga normas como tal”, cuenta este fan de trucos como “el reverso y el gato lanzado”, indica mientras revolotea el resto del grupo, que completan hoy Derek Varela, Samu Sixto, Makako, Matti, Anime, Yizzyz, Ivi y Reki, parte menores, de ahí que varios oculten los ojos en la foto de familia adjunta.

El gato es un movimiento que supone saltar apoyando las dos manos en el obstáculo y pasando las piernas entre ellas. Otro clásico del parkour es el rompemuñecas, un gato pasando primero las piernas estiradas y luego apoyando las manos. Y el reverso es esquivar el obstáculo por encima dando un giro que concluye con el cuerpo en dirección opuesta al inicio. Son solo parte de las acciones de un arte del desplazamiento cuyos practicantes en Santiago destacan que uno de los saltos más importantes consiste en superar el muro de los propios miedos.