El MIR con la nota más alta que elige un centro gallego se decide por Medicina Interna en el CHUS

“Yo ahora quiero aprender, pero tampoco sé si en el futuro habrá trabajo en este hospital”, sostiene Diego Rodríguez, vecino de Teo

Diego Rodríguez Fiuza, en su casa de Teo

Diego Rodríguez Fiuza, en su casa de Teo / Cedida

Es vecino de Cacheiras, Teo, tiene 24 años, ha estudiado Medicina por vocación; y se ha posicionado como número 13 del MIR a nivel nacional, el primero de los nuevos residentes que ha elegido un centro sanitario gallego para hacer la especialidad. Diego Rodríguez Fiuza se graduó en Medicina en la USC y completará su formación en Medicina Interna en el hospital Clínico. “Siempre me ha gustado la Medicina Interna porque es muy transversal. Ves pacientes con muchas patologías, casos muy complejos, que necesitan una atención multidisciplinar”, explica en conversación con EL CORREO GALLEGO, antes de apuntar que también se decantó por esta rama “porque hablé con residentes y, la verdad, me lo pintaron bien”.

Diego prefiere dejar al margen los problemas que han surgido en los últimos meses en el servicio de Medicina Interna del CHUS por supuesta falta de recursos: “Yo ahora voy a aprender, tampoco sé si en el futuro habrá trabajo en este hospital; pero bueno, soy optimista. Confío en que las cosas mejoren con el tiempo y los residentes se puedan quedar aquí a trabajar duro para intentar ser buenos especialistas”, afirma.

Pese a que pudo haber decidido especializarse en cualquier hospital público de España, “porque fui el primero del MIR que este año se decantó por Medicina Interna”, Diego confiesa que optó por un centro gallego por cuestión de cercanía y comodidad: “He decidido quedarme en Galicia más que nada por la familia, porque aquí estoy muy cómodo e irme fuera supondría estar lejos de ellos. Además, hice las prácticas de la carrera en el hospital Clínico y ya tengo una idea sobre cómo funcionan los distintos servicios”, indica.

Se hizo médico “por vocación”. Comenta que su padre también lo es y “cuando de pequeño veía que atendía a la gente, a algunos incluso en la calle, porque le ocurría algo era una motivación muy grande: me animó a estudiar Medicina el hecho de poder ayudar a la gente; ya no solo a curarla, sino a acompañarla en su enfermedad cuando está en Paliativos, por ejemplo, y sabes que ya no puedes hacer nada para salvarle la vida”.

Haber llegado hasta aquí no ha sido fácil para Diego, que comenta que “la preparación del MIR es de lo más duro que he vivido: han sido siete meses de estudios muy intensos, muchas horas al día, siendo casi imposible desconectar, solo un día a la semana... Ha sido bastante duro, pero la recompensa ha valido la pena”.

Al preguntarle por su etapa en la Facultad de Medicina de la USC, no duda un instante en responder: “Genial, se hacía mucha piña entre los compañeros y tampoco percibías mucha competitividad; aunque los exámenes eran duros, pero bueno, como en cualquier otra carrera. Además, como la Medicina abarca un campo tan amplio de conocimiento, aprendes algo nuevo cada día”.

Comenta que solo haría algunos ajustes en el plan de estudios, concretamente, en el periodo de prácticas en el Clínico. “Coincidimos alumnos de varios cursos y a veces llegamos a ser hasta tres o cuatro en una habitación; evidentemente, eso no es lo ideal para el paciente”, manifiesta.

Sobre la petición de aumento del número de matrículas por curso, comenta que “a veces oyes a los políticos decir que faltan médicos, pero claro, tampoco sabes si escasean o si se van al extranjero, por ejemplo. Pero bueno, está claro que cuantos más médicos haya, mejor. Otra cosa es que después haya paro, pero tampoco lo creo”, concluye.