El curso escolar arrancará en Santiago con un saldo negativo de siete profesores en Primaria

En total, han sido 78 las plazas convocadas para 2023/2024 frente a las 85 del año anterior, según los datos facilitados por UXT Ensino

En Secundaria, en cambio, pasan de 323 a 348, por lo que se incrementan en 26

Escolares en el inicio del pasado curso escolar en un aula del CEIP Mestre Rodríguez Xixirei

Escolares en el inicio del pasado curso escolar en un aula del CEIP Mestre Rodríguez Xixirei / xoán álvarez

Con el foco puesto fundamentalmente en Educación Infantil y Primaria, donde los sindicatos vienen alertando durante todo el verano de su temor a los mayores recortes en profesorado en el conjunto de la comunidad autónoma para el próximo curso escolar, lo cierto es que Santiago parece no escaparse de esta tendencia.

De hecho, y según la información facilitada a este periódico por UXT-Ensino, de las listas de plazas cubiertas para el ejercicio 2023-2024 se desprende que los centros públicos de Infantil y Primaria arrojarán un saldo negativo con respecto a 2022-2023, puesto que pasarán de las 85 convocadas entonces a las 78 de éste.

Una cifra nada despreciable, sobre todo si se tiene en cuenta que en esa etapa se concentran alumnos de corta edad, por lo que suelen requerir un mayor nivel de atención por parte del personal docente. No ocurrirá lo mismo en Secundaria, donde según estas mismas fuentes pasarían de los 323 profesores del curso pasado a los 349 de éste, 26 más en total. A nivel autonómico, la formación sindical cifra el recorte actual en más de ochenta plazas de profesor y en más de sesenta unidades en Infantil y Primaria.

En plena cuenta atrás para que los escolares gallegos regresen a las aulas el próximo lunes, 11 de septiembre, será a partir de entonces cuando se pueda ir comprobando el nivel efectivo de plazas ocupadas en la capital gallega, o al menos cuando la Xunta podrá disponer de esos datos concretos en lo referente a Compostela, según se indicó a este periódico desde la Consellería de Educación cuando a mediados de agosto se dio a conocer el número de alumnos con los que contará el sistema educativo público en Infantil, Primaria, ESO y Bachillerato, siendo en total 225.013 los escolares, distribuidos en 11.924 aulas.

Vacantes aún por cubrir

Por el momento, y en la semana previa al inicio del nuevo curso escolar, UXT denuncia que “faltan moitas vacantes por cubrir, ademais de baixas, medias xornadas ou excedencias”, y añade que los datos no reflejan “os obxectivos de redución de interinidade do proceso de estabilización”.

La CIG, por su parte, también hablaba de recortes y, a falta de cuantificar por centros educativos en la capital gallega, mostraba recientemente su temor a que afectara a colegios como los CEIP Lamas de Abade y Raíña Fabiola, si bien desde Fanpa Compostela su presidenta, Esther Martínez, señalaba que no tenían constancia de disminución de profesores en este último.

No sucede lo mismo con el CEIP López Ferreiro, donde la asociación de madres y padres del alumnado de este centro echa en falta un profesor tutor de inglés, uno de educación infantil y un especialista en audición y lenguaje.

En cualquier caso, y ante la tendencia a la baja en el número de alumnos en Infantil experimentada durante los últimos tres años, tanto los sindicatos como los representantes de madres y padres de alumnos abogan por reducir las ratios de estudiantes por unidad educativa en lugar de cerrar aulas.

Una propuesta a la que Esther Martínez suma la de que no se hagan recortes en el departamento de orientación de cada centro, “onde hai moito profesorado a tempo parcial e solicítase a tempo completo para cubrir a demanda de alumnado con necesidades específicas”, y recuerda que los colegios de Infantil y Primaria de Monte dos Postes y Fontiñas “compartiron nos últimos anos un profesor de primaria, nunha situación bastante anómala, cun alumnado con profesor tres días nun centro e dous noutro”.

Falta de orientadores

En el caso concreto de los docentes de apoyo, destinados al departamento de orientación, subraya que “non se están cubrindo suficientemente as necesidades reais que hai nos centros educativos composteláns”, y recalca que “hai un déficit de profesorado, especialmente de orientadores e orientadoras, pedagogos, terapeutas, especialistas en audición e linguaxe, e supón unha clara demanda para conseguir unha educación na que o alumnado con necesidades específicas poida ter máis apoios e unha atención máis individualizada”.

Insiste en que es una reclamación persistente porque no se cubre esta área en la dimensión en la que el colectivo de madres y padres de escolares considera suficiente para garantizar su trabajo.

Esther Martínez recuerda que “en Secundaria, por exemplo, pode haber un orientador por centro, con entre 600 e 700 alumnos, e non é viable facer orientación tutorial, académico-profesional ou atención a un alumno que presenta dificultades de aprendizaxe con este volume”.

La presidenta de la Federación de Anpas Compostela recalca que la formación tutorial del profesorado, “as funcións que ten un orientador ou orientadora son moitísimas e este persoal ten un volume de alumnado inmenso”, y critica que la Consellería de Educación considere que este puesto está cubierto con solo un orientador en centros de esas dimensiones.

Subraya, además, el notable incremento del trabajo acumulado por estos profesionales porque “a partir da pandemia parece que aumentaron, sobre todo en Secundaria, os problemas de saúde mental, de ansiedade, depresión; problemas que se presentan nunha etapa moi complexa da vida como é a adolescencia”, por lo que insiste en que es necesario dotar a los centros de un mayor número de orientadores.

Una reclamación que Fanpa Compostela liga asimismo a que se les facilite formación para que puedan atender realmente las funciones que tienen, y que les lleva a intervenir ante problemáticas tan variadas como el acoso escolar, relacionadas con la salud mental de los jóvenes, incluso con intentos de sucidio, cuestiones relevantes que no se pueden despachar con un orientador para 700 alumnos.

“Estamos falando -recalca Esther Martínez- de que un orientador ten que facer un traballo continuo, ao longo de todo o ano, planificado, sistemático, no que se inclúa a atención dos alumnos con dificultades educativas especiais, dos que se incorporan a metade do curso; debe ocuparse da orientación académica profesional como apoio para escoller a especialidade de Bacharelato, ou dos problemas de convivencia que poidan xurdir nas aulas”.

El libro blanco de Naciones Unidas cifra en un orientador por cada 250 estudiantes, con lo cual el porcentaje se sitúa muy por encima en el caso de los centros de la capital gallega que cuentan con uno a tiempo completo, puesto que algunos ni siquiera llegan a eso y solo lo tienen a tiempo parcial, obviando que afrontan “un volume de traballo inmenso, e aínda máis complicado tras a pandemia”.