Opinión | AL SUR

Tormenta en una taza de te

LES HABLABA la semana pasada de la fábula de Esopo titulada Pedro y el lobo. Habrán comprobado cómo, para alivio general, el lobo no ha venido: era solo un bulo. Hoy, permítanme que reflexione sobre el significado de la expresión inglesa “tormenta en una taza de té”.

Los que saben inglés les dirán que se utiliza esta expresión cuando alguien anuncia que va a pasar algo importantísimo y, al final, no pasa nada. Parte de la popularidad de esta frase se debe a que dio título a una película, a un fenómeno astronómico e incluso sirvió para bautizar una colección de ropa de la diseñadora británica Vivienne Westwood (1941-2022).

Vivienne Westwood es célebre porque en los bajos de Sex, su tienda londinense, nació el grupo musical Sex Pistols y, sobre todo, porque fue una artista asociada a la estética punk y al new wave. Cuando la Reina Isabel II la condecoró en 1992 con la medalla de la Orden del Imperio Británico, acudió a recibir tan alta condecoración sin bragas. ¿Cómo nos enteramos? Pues porque llamó, convenientemente, a un fotógrafo para que fotografiase sus vergüenzas mientras ella levantaba el vestido.

Fue una artista antisistema a la que el sistema acabó engullendo porque su empresa de moda se convirtió en una máquina de hacer dinero, negocio con el que continúa su desconsolado viudo.

Yo creo, honestamente, que nosotros deberíamos adaptar a nuestro contexto cultural lo de la tormenta en una taza de té y decir que lo que hemos vivido la semana pasada fue una tormenta en un plato de garbanzos. Podría ser también de sopa, pero me inclino por los garbanzos porque, como le escuché hace unos años al antropólogo estadounidense James Fernández, alude bastante mejor a las cosas que tienen que ver con el pecunio.

Eso es todo. Amagar con cambiar todo para que nada cambie y contar con la buena voluntad de muchas personas que compran este relato, aunque a otras le huela a patraña. Contra él solo cabe más libertad de prensa, de expresión y de pensamiento. Y no al contrario.