Martin Garrix desmelena Santiago y Robbie Williams encandila al público

El show del DJ holandés se distinguió totalmente de lo visto anteriormente, con un espectáculo lumínico envidiable y la constante presencia de pirotecnia por todo el escenario

Actuación de Martin Garrix

Actuación de Martin Garrix / LOUIS VAN BAAR

Tras una tarde marcada por los clásicos de Hombre G, la finura de Iván Ferreiro y los éxitos pop del histórico Robbie Williams, Martin Garrix le cambió por completo la cara al Monte do Gozo llegada la madrugada del pasado domingo. Algo que se percibió entre las actuaciones de los dos últimos cabezas de cartel del festival es que cada artista tiene un público y su perfil puede ser muy diferente. Al finalizar el show de Robbie Williams, gente de todas las edades y familias entre las que se veía a muchos críos fueron desfilando hacia San Lázaro para coger los autobuses que les llevasen a casa, dando por finalizada la jornada. En dirección contraria, hacia el recinto del Gozo Festival, se cruzaba una marea de jóvenes que tenía muy clara su prioridad en la noche del sábado: desmelenarse con la sesión de Martin Garrix. Y vaya si lo consiguieron.

Público en el concierto del DJ holandés, cuya media de edad era más baja que por la tarde /

Robbie Williams encandiló con su bufanda blanca y gran simpatía / PixelinPhoto

Antes de empezar ya había quedado claro que la idea de vender entradas solo para el concierto de Garrix fue una idea más que razonable, pues a pesar de las bajas del público más familiar, la juventud ocupó su lugar y el ambiente continuó siendo espectacular, con un Monte do Gozo a rebosar durante toda la noche.

Robbie Williams encandiló con su bufanda blanca y gran simpatía

Público en el concierto del DJ holandés, cuya media de edad era más baja que por la tarde / valentín álvarez

El show del DJ holandés se distinguió totalmente de lo visto anteriormente, con un espectáculo lumínico envidiable y la constante presencia de pirotecnia por todo el escenario. Garrix no dirigió demasiadas palabras hacia su público, pero tampoco le hizo falta. Cada vez que cogía su micrófono para pedir los habituales “put your hands up” o “everybody jump”, los asistentes obedecían antes incluso de que el artista terminase su frase, y cada vez que uno de sus temas llegaba a su momento más álgido todo el Monte do Gozo vibraba como si estuviese sufriendo un “miniterremoto”.

El éxtasis fue constante, especialmente con temas como "Animals" o "Scared to be lonely", dos de los grandes éxitos de Garrix, pero también se vivieron momentos emotivos con "In the name of love", canción que el público cantó a coro rodeado de las muestras de cariño de sus acompañantes. También hubo espacio para la nostalgia, pues el DJ coló entre sus mezclas varios temas famosos de otros artistas como Macklemore, Coldplay o Imagine Dragons.

Martin Garrix se despidió de su público llevándose las manos al pecho y con un un breve mensaje: “Gracias Santiago, nos vemos pronto”, antes de salir corriendo al backstage a toda prisa. Y no es para menos, pues su gira continúa y aún le queda mucha fiesta que ofrecer este verano.

Robbie Williams, el ‘genio’ del escenario

Robbie Williams es un showman. Parecía imposible superar el ánimo de Hombres G, pero el cielo nocturno iluminó con la entrada de su estrella más brillante. Más allá de las luces, las pantallas y las bailarines, el antiguo integrante de Take That encandiló desde su saludo tras "Hey Yeah Wow Wow" y " Let me Entertain you". Con sorna, dedicó sus anécdotas a fans como Diego, con su bello mentón, y Nathalie. “¿Tu abuela te ha hablado de mí?”, bromeó al contemplar su nombre tatuado en el brazo de la chica de 29 años. Robbie se movía entre el foso y el escenario con el desparpajo de un niño ilusionado. Entre temas musicales como "Come Undone" o "Love my life", rememoró con mofa su conflictivo pasado musical a lo largo de más de 30 años de trayectoria.

Su humor y expresividad enamoraron a una audiencia a la que le regaló un espectáculo irrepetible. En su voluntad para entretener, incluso se atrevió a exponer su alma. Quienes no entendieron sus palabras en inglés sobre los complejos que le arrastraron, vieron en sus ojos acuosos el dolor de estas cicatrices. El público siguió sus instrucciones para formar parte del juego, pero su última petición nació del cariño al cantante. Las linternas de miles de móviles proyectaron un precioso manto blanco en el Monte do Gozo mientras Robbie cantaba Angels con amor para su público. En contraste con el resto del espectáculo, la despedida se hizo con el tono del silencio y la proyección de sus fans en las pantallas. No hizo falta más. Así fue como Robbie Williams conquistó Santiago.